Desde que vi la portada del libro, se despertó mi deseo por conocer la historia de la princesa de Éboli que me sumergió en un intrigante relato de poder, amor y tragedia en la Corte del Rey Felipe II.
Leer a la princesa de Éboli es ingresar a un mundo donde se ve claramente la complejidad de las intrigas políticas y amorosas en la Corte de aquel siglo.
Me capturó el modo en que el escritor recrea con maestría la vida de Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva Álvarez de Toledo, una mujer totalmente adelantada a su época, que desafió las normas sociales y que supo luchar para conseguir poder y reconocimiento en un mundo dominado totalmente por varones.
Una protagonista fascinante, con una personalidad llena de matices, convirtiéndola en un personaje inolvidable.
Ana estuvo casada con Ruy Gómez de Silva, quien, al comprar las tierras de Éboli, recibe el nombre de «Príncipe de Éboli»; el cual hereda Ana Mendoza.
A lo largo de sus páginas descubrirán que la princesa de Éboli no solo fue una mujer con gran belleza, sino que contaba con gran astucia descubriendo cómo recaen sobre ella las intrigas políticas, que provoca rumores, las infaltables envidias, las calumnias, que hacen de esta una historia única, hasta el último día de su vida en 1592.